Las principales vías de penetración de los tóxicos al organismo son el aparato digestivo, aparato respiratorio, piel y vía parenteral (inyectables).
Existen dos grados de toxicidad:
1. Aguda, inmediatamente tras la exposición al tóxico
2. Crónica, tras un tiempo determinado que puede ser de tres meses o más.
Las medidas terapéuticas a emplear se determinan por la velocidad con que se inicia y el grado de intensidad. Los tóxicos más peligrosos afectan al sistema nervioso, vías gastrointestinales, hígado, riñón y sistema circulatorio.
Lo que se debe hacer hasta llegar con el veterinario:
1) Inducir el vómito: Si el animal no vomita y está asintomático, se debe inducir el vómito. Si ya ha ocurrido, mantenerlo. No es recomendable cuando se sospecha ingestión de sustancias corrosivas o aceitosas.
2) No administrar leche: La leche contiene grasas y estas aumenta la velocidad de absorción por la mucosa del estómago.
3) Hidratar: Administrar suficiente agua para evitar la deshidratación y para favorecer la eliminación del tóxico
4) Lavar al animal con agua abundante en exposiciones cutáneas u oculares.
5) Revisar el lugar donde se encontraba el animal para tratar de encontrar el tóxico y facilitar la elección de un antídoto.
Fuente de la información y agradecimientos: Rebeca Canata
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