El mágico ritual
Totti
Echándolo en falta, demorándose más cada año por este clima que parece enloquecer, por fin ha entrado fulgurante; el mercurio de los termómetros se eleva como espuma, el rostro de domingueros, pensionistas, adolescentes y demás vuelve a irradiar ilusión.
Atrás queda el atosigado ambiente en la ciudad, esa vieja habitación en la que tiritábamos de frío y pedíamos auxilio al calefactor; ahora se abre paso la brisa aguamarina que acaricia y nos libera de la monotonía, es el mejor bálsamo para la, a veces irritante, rutina laboral.
En la costa, un enjambre de sombrillas tapiza la arena, el mar se atisba agitado, sus aguas se funden al compás de las olas envolviéndote, arrastran tu cuerpo a la deriva, es el mágico ritual del estío.
El asfixiante calor hace ineludible saciar la sed con frío combustible: sin ser oro líquido con su aura dorada espera la cervecita para desatar ese escalofrío placentero y arrancarnos una sonrisa pese a los 40 grados a la sombra. Nadie puede negar su buen sabor pero bien es cierto que es enemiga de la báscula, máxime si perdemos la cuenta de las que hemos tomado; y sin ánimo de ser aguafiestas puede pasar factura en una de las prácticas más comunes de esta época del año: lucir palmito.
En los tiempos que corren parece haberse asociado el atractivo varonil al grado de musculatura que posee el citado sujeto, y dicho morfotipo se encuentra cada vez más fácilmente por nuestras playas. De paso, invito a contemplar la posibilidad de sumar a este trabajo corporal el entrenamiento mental, lo bueno que tiene éste último reside en que sus beneficios se incrementan con el paso del tiempo, el intelecto no se arruga ni tiene fecha de caducidad salvo patologías, sino que se hace más firme y perdura con menor esfuerzo que el exigido para mantener la tan ansiada hipertrofia muscular.
Aunque depende en gran medida de la edad, personalidad y estado afectivo de la persona, el verano es la perfecta excusa para mostrar las proezas de la Naturaleza, o bien la rentabilidad de los buenos hábitos en el apartado corporal; lástima que la soberanía de la imagen y el poder mediático de la caja tonta nos sigan manejando como muñecos de ventrílocuo; desgraciadamente siguen dando y arrebatando oportunidades en el plano sentimental a pesar de que algunos/as sigan vendiendo la retahíla de que lo importante y primordial es el interior.
En verano siempre soñamos con ese amor pasajero que haga más bello cada atardecer, que llene de poesía la frase más delicada y absurda, que nos haga flotar en la hipocresía de que perdurará tras el estío, que paralice nuestro mundo mientras el de los demás sigue girando, y que no en vano, termine por despertarnos con un jarro de agua fría al comenzar el mes de septiembre.
Totti
10 de agosto de 2010